domingo, 27 de septiembre de 2009

MATEMÁTICAS DE AYER Y DE HOY

La mitad de todos los matemáticos
que han existido en la historia
están vivos el día de hoy.

¿Qué son las matemáticas?
Si les hiciéramos la pregunta a personas que no se dedican a esta disciplina quizá nos contestarían algo así:
-Las matemáticas son el estudio de los números, claro. Tal vez con suerte e insistiendo un poco más encontremos a alguien que nos responda:
- Las matemáticas son la ciencia de los números, por supuesto.
En la historia de las matemáticas hubo un tiempo en que se definieron así…¡pero hace 2500 años!
De hecho la respuesta a la pregunta ¿qué son las matemáticas? Ha cambiado muchísimas veces a lo largo de la historia. Alrededor del año 500 a. C. las matemáticas, en efecto, eran el estudio del número. Las culturas de esa época las usaban fundamentalmente como una colección de herramientas para resolver problemas prácticos de la vida cotidiana: contar, medir la tierra, construir edificios. Entre el año 500 a. C. y el año 300 d.C. los griegos de la antigüedad alteraron y, de algún modo determinaron, el rumbo de las matemáticas. Sistematizaron los conocimientos matemáticos y desarrollaron con ellos una nueva teoría: la geometría. Con ellos las matemáticas se convirtieron en un área de estudio en sí misma y dejaron de ser una colección de herramientas y técnicas para medir y contar. Gracias a esta nueva concepción las matemáticas se volvieron el estudio del número y de la forma.
Durante los siglos siguientes las matemáticas se pensaron, estudiaron y trabajaron tal y como los griegos las habían concebido. No fue sino hasta el siglo XVII, cuando Isaac Newton en Inglaterra y Gottfried Leibniz en Alemania inventaron el cálculo, que esto cambió. El cálculo es en esencia el estudio del movimiento y del cambio. Con el desarrollo de técnicas para manejar estos conceptos, los matemáticos fueron capaces de estudiar el movimiento de los planetas, la caída de los cuerpos en la tierra, el trabajo de las máquinas, el fluir de los líquidos, la expansión de los gases, el magnetismo, la electricidad, el vuelo de las aves, el crecimiento de las plantas y los animales, y muchas cosas más. Con el cálculo las matemáticas se volvieron el estudio del número, la forma, el movimiento el cambio y el espacio.
Gran parte de la motivación para desarrollar el cálculo proviene de la física y muchos de los grandes matemáticos de ese período son también grandes físicos. Pero a mediados del siglo XIII, más o menos, se produjo un cambio importante: los matemáticos empezaron a estudiar las matemáticas en sí mismas y no únicamente sus aplicaciones. Las matemáticas se convirtieron en un objeto de estudio además de ser la herramienta esencial para entender y explicar los fenómenos naturales.
Para finales del siglo XIX las matemáticas se habían convertido ya en el estudio del número, de la forma, el movimiento, el cambio, el espacio y de las matemáticas que se habían desarrollado para estudiar esos conceptos.
La explosión de la actividad matemática en el siglo XX ha sido impresionante. El conocimiento matemático acumulado hasta 1900 hubiera cabido en sólo 80 volúmenes. El de hoy no cabría ni en 100 000.
Este conocimiento se ha desarrollado de dos maneras. Por un lado se han construido nuevas matemáticas sobre las matemáticas que surgieron hace miles de años y, por otro, se ha generado un nuevo bagaje que era impensable hace 400 años. En los últimos 20 años se ha gestado una nueva definición de las matemáticas: Las matemáticas son la ciencia de los patrones. Lo que estudian son patrones numéricos, patrones de forma, patrones de movimiento, patrones de cambio, patrones de conducta, patrones reales e imaginarios, patrones estáticos y dinámicos, patrones cualitativos y cuantitativos, patrones que surgen del mundo que nos rodea, o que surgen de nuestra imaginación y no tienen ningún vínculo con la realidad. Patrones de esto, patrones de aquello, patrones de todo tipo.


Tomado del libro: El piropo matemático de Concepción Ruiz y Sergio de Régules.

Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar. -Hipatia

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